Aún recuerdo aquella llamada de teléfono que hizo explotar la burbuja de felicidad en la que estábamos tras el nacimiento de nuestra pequeña Lucía. La FENILCETONURIA irrumpía en nuestras vidas de golpe y para quedarse. Recuerdo los temores, las dudas, la incertidumbre de los días, semanas y meses siguientes, y también el apoyo incondicional del equipo médico y de otras familias que fuimos conociendo en nuestro aprendizaje sobre la Fenilcetonuria. Con los años ya estábamos tan cómodos con ella que fuimos a por un segundo hijo, Darío, también PKU, y más tarde a por una tercera, Celia, no PKU, y ahora somos una feliz familia de cinco miembros, cada uno con sus particularidades…entre ellas, algunos con FENILCETONURIA.